lunes, 4 de febrero de 2013

La superpoblación y su incidencia en la educación

Edwin Rolando García Caal

Hablar de volumen de la población y del crecimiento demográfico necesariamente debe hacerse en relación con otras variables que al final influyen también en la dinámica de la población. Una de ellas es la educación. Las relaciones entre población y educación se dan en doble vía. Por un lado el crecimiento de la población exige un crecimiento equivalente en los servicios educativos y por otro, el crecimiento de los servicios de educación influye directamente en el crecimiento de la población. Desde otro punto de vista, una mayor cantidad de población sin acceso a la educación representa un incremento de la pobreza, pero una mayor cantidad de población con acceso a los servicios de educación representa un crecimiento socioeconómico sostenido.

En ese sentido, un crecimiento socioeconómico sostenido impacta directamente sobre el crecimiento de la población que en lugar de continuar incrementándose se encamina hacia la transición demográfica. La transición demográfica se define como cambios inversos en la tasa de fecundidad y de mortalidad (Bacallao, 2000). A pesar de que esta fórmula parece sencilla, también hay que tomar en cuenta que el crecimiento de la población depende de un contexto histórico sobre el cual los servicios de educación pueden encontrar apoyo o resistencia. El contexto histórico del crecimiento poblacional en Guatemala tiene tres peculiaridades: se ha dado en condiciones de extrema pobreza, se distribuye en cuatro grupos lingüísticos y hasta 1990 estuvo al margen de los servicios de educación. Los grupos lingüísticos referidos son: mayas, garífunas, xincas y ladinos.

Posiblemente el análisis más enfático sobre los problemas educativos de Guatemala surge posterior a la proclamación de la Declaración Mundial de Educación para Todos, realizada en Tailandia en el año 1990 (ONU, 1997). Este análisis de carácter internacional propició entre 1991 y 1992 la formulación de un Plan Nacional de Acción de Educación para Todos, el cual en su parte introductoria solicitaba esfuerzos destinados a causar impactos cuantitativos y cualitativos en la educación en Guatemala, que en ese entonces se definió como un proceso en condiciones de pobreza y de marginalidad social.

En efecto, al año 1990 todo el sistema educativo respondía a contenidos impartidos en español y con una baja cobertura, sin tomar en cuenta que de forma legal ya se reconocían las características de una sociedad multiétnica, pluricultural y multilingüe (CC, 1985). La tasa de inscripción del nivel preprimario en 1993 era de 31%; en el nivel primario era de 68%; en el nivel básico era de 18% y en el nivel diversificado era de 12% (MINEDUC, 2010). En ese entonces la población venía de tres millones de habitantes1 (en 1950) a nueve millones de habitantes2 (en 1993) un crecimiento neto de 204.04% (INE, 2002). En 1993 el MINEDUC recibió una aportación financiera de 789.3 millones de quetzales (una porción del PIB que no superaba el 1.2%), de los cuales el 50.4% se orientó al nivel primario. Adicionalmente cabe resaltar que sólo el 20% de la tasa de inscripción de primero primaria finalizaba con una promoción de sexto primaria (López, 1989).

Sin embargo, el análisis del progreso de los indicadores debe también incluir los cambios en los indicadores demográficos….

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