lunes, 23 de enero de 2012

Recursos pesqueros

Edwin Rolando García Caal


En Guatemala existe poca información acerca del estado de las poblaciones de especies marinas, tanto en el pacífico como en el Atlántico (BANGUAT y URL, IARNA, 2009). Las estimaciones de densidad y biomasa para algunos grupos de especies existen gracias a estudios específicos realizados en el litoral pacífico (IMR, 1987) (Salvatierra, 1998) (Ixquiac, 1998); los datos son complementarios pero no suficientes. La mayor cantidad de información se reporta en las capturas, aunque la lógica del análisis económico indica que lo importante es el control de los inventarios para restar el monto de las extracciones.

No obstante la escasez de los datos, el tema de la valoración de los recursos pesqueros ha sido identificado como una necesidad prioritaria en el análisis de la sostenibilidad de la pesca, sobre todo de la pesca artesanal (Arrivillaga, 2003). En el estudio denominado “Diagnóstico del estado actual de los recursos marinos y costeros de Guatemala, se hace énfasis en la necesidad de hacer una valoración económica para tales recursos, posición avalada por representantes de la Unidad de manejo de la pesca y acuicultura del Ministerio de Agricultura Ganadería y Alimentación, la oficina de Control de las áreas de reservas territoriales del Estado, el Instituto nacional de Bosques, El Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales, el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología, el Consejo Nacional de Áreas Protegidas, el Instituto Guatemalteco de Turismo, el Instituto Geográfico Nacional y la Empresa Portuaria Nacional (Arrivillaga, 2003).

De la misma forma, voceros de instituciones no gubernamentales, citados en el estudio de Diagnóstico, coinciden en la valoración económica como requisito de sostenibilidad. En el documento en mención han sido citados al respecto, el Programa Ambiental Regional para Centro América, el Sistema Arrecifal Mesoamericano, la Fundación para el eco-desarrollo y la conservación y la asociación de Rescate y Conservación de Animales Silvestres (Arrivillaga, 2003). En la misma línea se señala que existe pronunciamiento a favor de la valoración económica de los recursos pesqueros por parte de instituciones internacionales, tales como la Organización Latinoamericana de la Pesca, el Instituto de Fomento de la Pesca, la Comisión Interamericana del Atún Tropical y la Comisión Internacional para la Conservación de los Atunes del Atlántico (Arrivillaga, 2003).  

Según la teoría, la valoración es útil para la adecuada evaluación de proyectos de inversión y las correspondientes evaluaciones de impacto ambiental que hoy deben realizarse, especialmente en aquellos proyectos que hacen uso intensivo de la base de recursos naturales o generan impactos ambientales importantes (Rogers, 2001), pero este tema no había sido tan puntual como en el pronunciamiento de la escasez de recursos pesqueros, realizado por la Federación de Pescadores Artesanales, la Federación de Cooperativas de Pescadores, la Federación Nacional de Pescadores Artesanales, la agrupación de Pescadores y Exportadores de Guatemala y la Asociación de Armadores Atuneros, quienes en 2003 señalaban la caída de las capturas de 6.05 millones de libras (en 1998) a 4 millones de libras en 2001, según sus registros estadísticos (UNIPESCA, 2003) .  Además de la pérdida de las capturas, junto con la actividad pesquera, hay que considerar las alteraciones que se producen en el ecosistema marino sobre todo porque la «racionalidad» económica tradicional, que considera los recursos del mar como libres o públicos, también afecta otros elementos del ecosistema, como el caso del mangle.

Además del eventual excesivo esfuerzo de pesca, las especies de camarón y de peces de ocurrencia cercana a la costa están más expuestas al efecto de los cambios en los regímenes de lluvias y otros cambios ambientales, de la contaminación costera y de otras actividades humanas, incluyendo las migraciones poblacionales hacia las zonas costeras. Las áreas estearinas, manglares y lagunas, constituyen zonas de cría de camarones y peces juveniles. Este hábitat, particularmente delicado, está sufriendo severos ataques derivados del turismo, fabricación de carbón, obras costeras, uso indiscriminado de fertilizantes y aportes crecientes de agua dulce provenientes de obras hidráulicas, y se encuentra además amenazado por las consecuencias del crecimiento explosivo de la cría de camarón. Por otra parte, debe tenerse en cuenta la existencia en la región de especies amenazadas de extinción como la tortuga marina y el manatí (Arrivillaga, 2003).

Según información establecida en la Línea base del estado del Sistema Arrecifal mesoamericano, una gran cantidad de personas de múltiple origen social y étnico se benefician de los recursos marino-costeros a través de diversas actividades relacionadas con la pesca, turismo y el desarrollo costero. Dichas actividades continúan aumentando en la región, generando diversos niveles de presión en los ecosistemas arrecifales…

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