miércoles, 15 de octubre de 2025

Pobreza laboral

 



Cuando el salario no alcanza para ahorrar (una razón de peso que perpetúa la pobreza)

Dr. Edwin Rolando Garcia Caal

15/10/2025

Empleo, pero sin escalera

En buena parte de América Latina y otras regiones de ingresos medios, millones de personas trabajan y, aun así, son pobres por generaciones. No es una paradoja retórica: tener empleo ya no garantiza salir de la pobreza, sobre todo si el salario no cubre una canasta básica de alimentos, mucho menos si impide ahorrar. El elemento económico del ahorro es claro: sin ahorro no hay colchón para emergencias, ni capital para emprender, ni posibilidad para invertir en una educación de calidad para los hijos, para la adecuada atención de la salud o para una vivienda propia. En términos simples: sin ahorro no hay escalera social, y ante esas circunstancias la pobreza se convierte en un estado permanente.

Con apoyo de la investigación económica, se explica cómo, los salarios insuficientes generan trampas de pobreza y, por qué estas trampas tienden a reproducirse de una generación a otra. También se explican tendencias y corrientes académicas que sostienen esta tesis. En este artículo se ofrece también una breve bibliografía para aquellas personas que quieren profundizar en el tema.

¿Qué es “pobreza laboral”?

El término tiene usos específicos según el país, pero la idea central es que personas ocupadas (con empleo formal o informal) no alcanzan a cubrir el costo de una canasta básica de alimentos con su ingreso laboral. En México, por ejemplo, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) mide la pobreza laboral como el porcentaje de población cuyo ingreso laboral es inferior al costo de la canasta de alimentos. Más allá de las definiciones, el fenómeno describe hogares cuyos miembros tienen trabajo, pero no logran cubrir las necesidades esenciales y en consecuencia no pueden generar excedentes.

La mecánica de la trampa se constituye de siete engranajes que impiden el ahorro.

Salario de subsistencia

El proceso inicia cuando el ingreso salarial apenas cubre la compra de comida, transporte y renta, en estos límites no hay margen para “guardar para mañana”. Esta restricción es rígida: si el salario sube un poco, por ejemplo, con un acuerdo gubernativo que sube el salario mínimo, pero los precios de los productos esenciales suben igual o más (alimentos, vivienda, energía, transporte), el poder adquisitivo no mejora y el ahorro sigue en cero, aunque en un nivel económico más alto.

Ingresos volátiles + gastos inelásticos

Si el ingreso salarial se obtiene en la informalidad o con contratos temporales, el ingreso sube y baja; sin embargo, los gastos de alquiler, las cuotas por deudas o las colegiaturas no. Por lo tanto, la gente termina usando crédito caro para “suavizar” el consumo. Eso da como resultado pagar intereses en lugar de ganarlos, lo que agranda la brecha con quienes sí pueden ahorrar.

El “impuesto” de la pobreza

Algo común en los hogares de bajos ingresos es que suelen pagar más por servicios financieros (comisiones, microcréditos caros, comisiones de tarjetas de crédito, adelantos), para comprar en pequeñas cantidades los bienes y servicios básicos (lo que proporciona un precio por unidad más alto) y hace perder más tiempo en pagos (traslados largos, filas). Por ejemplo, personas que llegan a la gasolinera a comprar veinticinco quetzales de combustible. Ese sobrecosto erosiona cualquier posibilidad de ahorro y reduce el tiempo en que se puede ser productivo para ganar dinero, es decir que la pérdida de tiempo por transacción es un alto costo de oportunidad.

Productividad estancada y reparto del pastel

En la Economía Nacional, aun cuando la productividad de sectores o empresas crece, la ganancia no siempre se traduce en salarios. La caída o estancamiento de la participación laboral en el ingreso (labor share) implica que una porción mayor del valor agregado se queda en ganancias y rentas, lo que no funciona en cascada para beneficiar las remuneraciones de los asalariados. En ese sentido, si el salario real no despega, el ahorro tampoco.

Baja densidad de protección social

Si el salario se recibe en situación de informalidad, aunque el salario pudiera ser un poco más alto que el salario mínimo, sin seguros, sin licencias para el descanso, sin seguros de salud o pensiones adecuadas, las familias deben auto-protegerse con un ingreso que no lo permite. Por lo tanto, ante cualquier shock económico familiar (enfermedad, despido, accidente), el poco ahorro que puedan lograr se evapora y vuelve el endeudamiento de emergencia.

Costos de cuidado y barreras al trabajo femenino

Las familias que dependen de un salario que no permite financiar la canasta básica alimentaria no alcanzan a tener ingresos para pagar un empleado del hogar. Por lo tanto, la falta de servicios de cuidado asequibles empuja a muchas mujeres a la búsqueda de empleos parciales, (por ejemplo, en comedores o en hoteles, o en empresas que tienen alta demanda en horas específicas) o bien se condenan a la inactividad económica dedicándose al cuidado de niños, de ancianos o de enfermos. Sin apoyo femenino para generar ingresos familiares, el ingreso del hogar se reduce y la probabilidad de ahorrar cae.

 Traspaso generacional

Una conclusión importante es señalar que “Sin ahorro, no hay inversión en capital humano (educación de calidad) ni inversión en activos (vivienda, herramientas, equipos de trabajo). Como consecuencia, los hijos inician su vida laboral sin herramientas, sin patrimonio, ni redes humanas de apoyo, reproduciendo el ciclo de la pobreza.

Por qué la pobreza laboral se “pega” en el tiempo

Porque la falta de ingresos salariales provoca al mismo tiempo falta de expectativas y obliga a tomar decisiones de corto plazo: si “no alcanza”, es racional priorizar lo inmediato (la cena de hoy, el pago de hoy) lo que gana terreno sobre lo futuro (ahorro para la universidad).

El crédito como sustituto del ahorro facilita el acceso financiero frecuente pero caro. Los pagos de intereses desplazan el ahorro posible, de manera inmediata con efectos durante años.

Los hogares con bajos ingresos salariales, enfrentan choques frecuentes: son hogares vulnerables, los shocks (de salud o de ingresos) son altamente probables y costosos; sin seguros, ni ahorro, cada choque reinicia el proceso de crecimiento económico y los retrae a la pobreza laboral.

Los mercados laborales segmentados encierran a los trabajadores de bajos salarios al empleo de “puertas giratorias” entre informalidad y formalidad, con permanentes salarios bajos que impiden acumular un historial contributivo y la antigüedad que son claves para mejores empleos y por ende mejores salarios.

Las corrientes y autores que ayudan a entender la pobreza laboral son, por ejemplo: Trampas de pobreza y toma de decisiones bajo escasez: Abhijit V. Banerjee y Esther Duflo. Estos autores muestran cómo la falta de excedentes limita inversiones pequeñas pero cruciales (nutrición, educación, activos productivos). Sendhil Mullainathan y Eldar Shafir explican cómo la escasez cognitiva estrecha el horizonte temporal. Pobreza de activos (asset poverty): Michael Sherraden argumenta que la pobreza no es solo de ingresos, sino de activos. Sin patrimonio, es casi imposible romper la dependencia del salario de subsistencia.

Participación laboral del ingreso y estancamiento salarial: Loukas Karabarbounis y Brent Neiman documentan la caída global de la participación laboral en el ingreso. Thomas Piketty y Anthony B. Atkinson discuten cómo la concentración de riqueza y el poder de negociación afectan la distribución, limitando salarios y ahorro de los trabajadores.

El “precariado” y la calidad del empleo: Guy Standing describe la expansión de empleos inseguros y mal pagados, sin derechos, que impiden planear y ahorrar. Demanda liderada por salarios (wage-led growth): Amit Bhaduri y Stephen Marglin muestran que, en economías lideradas por salarios, subir el ingreso laboral puede impulsar la demanda y la inversión. Si el salario no despega, el círculo virtuoso no arranca, lo que tiene un impacto de baja productividad laboral en los países. Hogares “mano-al-día” (hand-to-mouth): Gregor Kaplan, Giovanni Violante y Justin Weidner encuentran que incluso en países ricos muchos hogares consumen todo su ingreso cada periodo, un comportamiento consistente con ingreso insuficiente o falta de activos líquidos.

Informalidad y protección social en América Latina y el Caribe

CEPAL y la OIT documentan que la informalidad reduce la productividad y la cobertura social, anclando a millones en la pobreza laboral. En sus informes señalan la importancia de una medición local de pobreza laboral. Como ejemplo, citan que, en México, CONEVAL instaló el concepto en la discusión pública con su Índice de Tendencia Laboral de la Pobreza (ITLP), útil para monitorear cómo salarios y precios de la canasta mueven la capacidad de compra de los hogares que dependen del ingreso laboral.

Qué tendencias se deben observar (y por qué importan para el ahorro)

En primer lugar, los salarios reales y los precios de la canasta básica. La relación crítica no es solo “salario mínimo vs. inflación general”, sino salario típico vs. inflación de alimentos, vivienda y transporte. Si estos precios corren más rápido, el ahorro potencial se disuelve. 

En segundo lugar, la calidad del empleo. Si suben las tasas de ocupación, pero con mayor subempleo y temporalidad, eso implica ingresos más variables, menor acceso a prestaciones y más dificultad de ahorrar.

En tercer lugar, la participación laboral femenina y el registro de servicios del cuidado. Donde hay cuidado asequible, la participación femenina crece, aumenta el ingreso total del hogar y se abre margen para ahorrar. Es decir que los gobiernos debieran apoyar a las familias implementando proyectos de guarderías públicas y enfermería en el hogar, por ejemplo. 

En cuarto lugar, monitorear la Tecnología y plataformas. Las plataformas pueden dar flexibilidad en el empleo, pero a menudo con ingresos inestables y bajos márgenes; sin red de seguridad, y bajo estas circunstancias el ahorro es la primera víctima.

En quinto lugar, es necesario monitorear la deuda de consumo vs. Los instrumentos de ahorro. Si crece la oferta de crédito rápido; pero no va acompañada de educación financiera y vehículos de ahorro (automático, con incentivos), el saldo neto es más pasivos y cero activos.

¿Qué funciona para abrir espacio al ahorro? (pistas desde la evidencia)

El salario mínimo y la negociación colectiva suelen ser efectivos cuando se calibran con datos de productividad y canasta básica. Una mejora del salario incrementa la productividad laboral y reduce el costo de la canasta básica debido a un incremento de la producción y de la demanda.

Créditos tributarios al trabajo (como el Earned Income Tax Credit) elevan el ingreso neto de los hogares con baja remuneración.

Ahorro automático (por defecto) en nómina o cuentas vinculadas a beneficios, con posibilidad de retiro para emergencias.

Protección social universal básica (para salud, licencias y seguro de desempleo) lo que reduce el uso de deuda cara como sustituto del “seguro”.

Servicios de cuidado y transporte asequibles, que liberan tiempo para aplicar a empleos mejores y reducen los costos fijos.

Políticas de productividad para MIPYMES (financiamiento, digitalización, encadenamientos), que permiten pagar mejores salarios de forma sostenible.

 

Conclusión: del empleo al bienestar (con ahorro en el centro)

La pobreza laboral no es un “fallo individual”; es el resultado de salarios insuficientes, precios esenciales en ascenso, empleos inestables y redes de protección débiles. Mientras el ingreso laboral no genere excedentes, los hogares no podrán ahorrar y, sin ahorro, las oportunidades (educación, activos, emprendimiento) seguirán fuera de alcance. La salida exige combinar mejores salarios, brindar seguridad económica y mecanismos simples de ahorro, para que el trabajo vuelva a ser, de verdad, una escalera que permita subir a un nivel económico mejor. Es mi opinión.

 

Bibliografía sugerida para revisión

Medición y reportes institucionales

1. Organización Internacional del Trabajo (OIT). Global Wage Report (varias ediciones).

2. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Panorama Social de América Latina (anual).

3. CONEVAL (México). Pobreza laboral e ITLP. Documentos metodológicos y series.

4. OCDE. Employment Outlook y Under Pressure: The Squeezed Middle Class.

 

Trampas de pobreza, decisiones bajo escasez

5. Banerjee, A. V., & Duflo, E. (2011). Poor Economics. PublicAffairs.

6. Mullainathan, S., & Shafir, E. (2013). Scarcity. Times Books.

7. Deaton, A. (1997). The Analysis of Household Surveys. World Bank.

 

Pobreza de activos y ahorro

8. Sherraden, M. (1991). Assets and the Poor. M.E. Sharpe.

9. Morduch, J. (1995). “Income smoothing and consumption smoothing”. Journal of Economic Perspectives, 9(3).

 

Distribución funcional del ingreso y salarios

10. Karabarbounis, L., & Neiman, B. (2014). “The Global Decline of the Labor Share”. Quarterly Journal of Economics, 129(1).

11. Piketty, T. (2014). Capital in the Twenty-First Century. Harvard University Press.

12. Atkinson, A. B. (2015). Inequality: What Can Be Done? Harvard University Press.

 

Calidad del empleo e inseguridad

13. Standing, G. (2011). The Precariat. Bloomsbury.

14. Temin, P. (2017). The Vanishing Middle Class. MIT Press.

 

Demanda liderada por salarios

15. Bhaduri, A., & Marglin, S. (1990). “Unemployment and the real wage: the economic basis for contesting political ideologies”. Cambridge Journal of Economics, 14(4).

 

Hogares “mano-al-día” y liquidez

16. Kaplan, G., Violante, G., & Weidner, J. (2014). “The Wealthy Hand-to-Mouth”. Brookings Papers on Economic Activity.

 

Ingresos Fiscales y distribución

17. Ostry, J. D., Berg, A., & Tsangarides, C. (2014). “Redistribution, Inequality, and Growth”. IMF Staff Discussion Note.

18. Lustig, N. (ed.) (2018). The CEQ Handbook: A Guide to Assessing the Distributional Impact of Fiscal Policy. Brookings Institution Press.

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