martes, 5 de marzo de 2013

¿Qué sabemos de los bosques de Guatemala?


Edwin Rolando García Caal
Los bosques en general pueden ser evaluados a través de cuatro tipos de información. Un primer tipo es de carácter biológico, para lo cual se elaboran estudios específicos de las características de las especies, su clasificación científica, las características de los ecosistemas, la variabilidad genética y la situación de su agotamiento. Estos datos se establecen en estudios específicos y se colectan esencialmente para fines de manejo y protección. Un ejemplo de este tipo de información es posible encontrarlo en el seguimiento que se le da a los bosques de mangle (ver: clasificación de la cobertura de mangle en Guatemala, 2012), en los estudios de la flora que caracteriza al país (ver: Guatemala y subiodiversidad) o en los estudios específicos de la diversidad arbórea del país (ver: Coníferas de Guatemala).

Un segundo tipo de información tiene carácter espacial; referido puntualmente a medir las dimensiones de uso del suelo forestal para compararlo con los otros usos (construcciones, cuerpos de agua, agricultura y pastos), lo que se establece a través de mapas de cobertura (ver: mapa de cobertura forestal de Guatemala 2006).
Un tercer tipo de información tiene que ver con el volumen de madera en pie; los usos de los productos forestales maderables y no maderables, dimensiones y rendimientos a nivel nacional o local y se concentran  de alguna manera en los inventarios forestales (ver: inventario nacional forestal de Guatemala).

Los tres tipos de información mencionados son comunes en muchos países, sin embargo, hay un cuarto tipo de información que es un tanto sorprendente, en el sentido de que aborda la integración de los tres tipos de información antes expuestos adicionando el ámbito económico. El objetivo es integrar un balance físico de los recursos forestales con el balance monetario de los mismos. Pero aún hay más. El cuarto tipo de información integra los balances físicos y monetarios de los inventarios del bosque a través del tiempo, lo que posibilita reflejar tendencias y, econométricamente hablando, posibilita las retropolaciones y extrapolaciones del comportamiento de los stocks hasta finalizar con un ajuste al Producto Interno Bruto, interviniendo al mismo Sistema de Cuentas Nacionales. ¿Es posible hacer eso en un país como Guatemala?
La respuesta es… . El logro es llamado Contabilidad Integrada del Bosque (CIB). El balance físico se hace en tres dimensiones. La primera es por el lado de la tierra forestal.  La segunda por el lado del volumen de madera en pie y la tercera por el lado del valor monetario de la madera en pie. El mecanismo contable parte de un inventario inicial, el mismo es afectado por incrementos y reducciones para llegar a un inventario final, tal como se observa en la siguiente figura.

Cuenta integrada del bosque

 
¿Cómo lo hicieron?
La construcción de la Contabilidad Integrada del Bosque –CIB- en Guatemala, se realizó en el marco del Proyecto Cuente Con Ambiente, una investigación que involucra al Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente de la Universidad Rafael Landívar (IARNA/URL), al Instituto Nacional de Estadística (INE), al Banco de Guatemala (BANGUAT), la Secretaría de Programación y Planificación de la Presidencia (SEGEPLAN), la Secretaría Presidencial de la Mujer (SEPREM), el Instituto de Incidencia Ambiental (IIA), el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) y como financista al Reino de los Países Bajos.

La aplicación se abordó desde dos ámbitos de trabajo. El primero de ellos se refiere a la investigación del balance de los activos, específicamente estableciendo el inventario inicial y el inventario final de las existencias del bosque. El segundo se refiere a la investigación de los flujos, en el orden de las extracciones que se hacen de los recursos forestales para su aprovechamiento económico, fuentes y destinos. Con los elementos anteriores se procedió con la evaluación de los agregados económicos y finalmente se utilizó toda la información para la evaluación de los gastos de protección y gestión del recurso, proponiendo el concepto de Producto Interno Bruto Ajustado Ambientalmente (PIBA).
Activos, flujos, balances, agregados económicos, cuentas físicas y cuentas monetarias son los principales conceptos utilizados en la implementación de la CIB. Estos conceptos guardan estrecha relación con las definiciones utilizadas en los Manuales de contabilidad nacional y ambiental, siendo estos SCN93 y SCAEI 2003, dos publicaciones de las Naciones Unidas que orientaron en todo momento la realización de ambas investigaciones y la construcción de la Contabilidad Integrada del Bosque. El esfuerzo se plasmó sobre el objetivo de lograr una mayor comprensión de las interacciones que se dan entre el ecosistema forestal y las actividades económicas, de tal manera que si  los hacedores de políticas comprenden dicha relación, no beneficiarían a un sector en detrimento del otro.

El problema es que existe una tendencia social a subvalorar los recursos naturales (Daly, Cobb, & Cumberland, 2000), inclusive los forestales, situación que no es nueva. En el caso de Guatemala, la política agraria establecida entre 1965-1985 reconocía al bosque natural como tierra ociosa, concepción que provocó la pérdida de una gran extensión de bosque en tanto se promovía la colonización de Petén y se daba un impulso a la agricultura de consumo interno (Ley de Transformación Agraria, Decreto 1551). Aún antes, en  1952 la tierra forestal fue denominada tierra inculta (Decreto 900).

Aunque las políticas públicas hoy por hoy, promuevan lo contrario, la concepción social del bosque como un recurso sin valor se sigue manteniendo dentro de las poblaciones rurales, salvo pequeñas excepciones. Lo que sucede es que las políticas quedan asentadas tanto en la legislación del país como en la práctica de las comunidades. Esas prácticas son definidas en la disciplina científica como enculturación y en términos más comunes como educación. Es por eso que política, legislación y educación preceden a los mecanismos de gestión que se emplean para la administración de cualquier recurso natural, inclusive el forestal. Aquí es donde la economía ambiental, sustenta que la importancia de valorar el bosque estriba en definir sus usos alternativos, por cuanto las políticas no son más que una decisión que se toma a partir de diversas consideraciones, inclusive la moral. Adicionalmente, el enfoque holístico de la Ecología supone la necesidad de valorar el recurso forestal a partir de su propio comportamiento pero sin ignorar el comportamiento de los otros actores que gestionan el uso del suelo para beneficios económicos, sean estos agricultura, minería, ganadería, urbanización, entre otros.

Otra debilidad en el tema de la subvaloración de los bosques tiene que ver específicamente con la no integración de las estadísticas forestales o lo atrasado de los datos. La Agenda Nacional Forestal de Guatemala 2003-2012 (PAFG, 2003), publicada en octubre de 2003, presentó sus argumentos sobre el análisis de la cobertura forestal del país, reportada para el año 1997 (30,754 Km2). La estructura de las eco-regiones del Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas –SIGAP-, presentada en dicha agenda se basa en la publicación MAGA-PAFG de 1994, los tipos de bosque según publicación del INAB al año 2000 y la producción forestal según licencias 1998-2002 del CONAP y el INAB. El Análisis Ambiental del País 2006 (BM, 2006), publicado el 22 de junio de 2006 por el Banco Mundial, planteó los problemas forestales claves de Guatemala, basados en al análisis de la información forestal presentada por la publicación MAGA-PAFG de 1994, y la información económica de las cuentas nacionales del año 2003.

La propuesta de la “Deforestación Evitada” (MARN, 2008), documento que el MARN compartió en septiembre de 2008, en el marco del proyecto del Cambio Climático; evalúa las causas de la deforestación sobre la base de la información proporcionada en un documento de (CONAMA, et al, 1999), con datos estadísticos del periodo 1993-1997. En ese mismo documento, el análisis económico de la agricultura se enfoca bajo consideraciones estadísticas de la información presentada por un documento publicado por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, IICA, denominado “Marco cuantitativo de la agricultura guatemalteca periodo 1950-1999”.  Aunque algunos participantes señalaron la existencia de información más reciente, el presentador concluyó que la misma mantiene un carácter restringido y micro dirigido.

Para sopesar los antecedentes mencionados, los pasos seguidos en estas investigaciones fueron cuatro:

1. Seguir el enfoque metodológico del SCAEI, versión 2003 y el Manual de la contabilidad ambiental y económica del bosque de FAO, 2004.

2. Crear el sistema de datos, matrices y clasificaciones, basadas en la investigación del contexto forestal guatemalteco, con el soporte informático del INAB, CONAP, MAGA, SIPECIF y MARN.

3. Establecer la estructura de integración de los datos en el Sistema de Cuentas Nacionales, con la orientación metodológica del manual del SCN93; y

4. Someter a escrutinio de los expertos nacionales los resultados


Los resultados de esta investigación permiten evidenciar la contribución que el bosque tiene en la economía del país, así como el impacto que tiene la economía sobre los recursos del bosque. El comportamiento de los activos, permite una evaluación general del éxito o no de las políticas implementadas sobre el sector. También permite observar el impacto de las políticas que otros sectores tienen sobre los activos del bosque. De la tierra forestal se examina su extensión total, qué tipo de cobertura posee y si se ubica o no en áreas protegidas. Del volumen forestal, se estudia su dinámica a lo largo del tiempo, dando cuenta de los factores que inciden en su aumento y de aquellos que tienen que ver con su reducción.

Pero no todo está hecho, la investigación ha tenido la limitante de la aplicación de métodos que permitan valorar, en términos monetarios, los servicios de protección proporcionados por el bosque (protección de recursos hídricos, protección contra deslaves o protección contra la erosión), datos que de llegar a existir permitirían definir efectivamente la influencia del bosque sobre la vida social del país.

A pesar de esas omisiones, eventualmente técnicas, el valor agregado del bosque ha sido medido y los resultados de la CIB traen a cuenta el costo del agotamiento y la degradación de los bosques, lo que amerita inversiones equivalentes que de hacerse, permitirían la utilización sostenible de los bosques en Guatemala. Por supuesto que para ese nivel de logro, es necesaria una posición política influyente, que tome en serio los niveles de inversión que el Estado de Guatemala asigna a la protección y producción de los recursos forestales. El impacto se daría en números positivos tanto en los productores como en los consumidores y en el ecosistema. Lo que sí es cierto es que con esta información ya no sólo se puede hablar de conservación, recuperación y protección del bosque sino también de su uso adecuado, en términos del desarrollo sostenible.

Resultados:

Anexo 2. Metodología de la investigación

Cuadros: Compendio estadístico del SCAEI


Trabajos citados
BM. (2006). República de Guatemala: Análisis Ambiental del País. Abordando los aspectos ambientales de la expansión comercial y de infraestructura (Vols. Informe No. 36459-GT). Guatemala: Departamento de Sustentabilidad Ambiental y Social, Región de América Latina y el Caribe.

CONAMA, et al. (1999). Las áreas silvestres de Guatemala, ¿Tienen amenazas? Guatemala: Comisión Nacional de Medio Ambiente. mimeo.

Daly, H., Cobb, J., & Cumberland, J. (2000). Economía, Ecología y Ética. Editorial Milenio.

MARN. (2008). La deforestación evitada (versión preliminar). (P. d. Climático, Ed.) Guatemala: TNC.
PAFG. (2003). Agenda Nacional Forestal de Guatemala en el Marco del Programa Forestal Nacional. (P. FAO-GCP/GUA/008/NET, Ed.) Guatemala: Programa Forestal Nacional de Guatemala Agenda 2003-2012.


viernes, 1 de marzo de 2013

Planificación estratégica en el sector público guatemalteco


Edwin Rolando García Caal

El  siglo veintiuno es la era de los bloques económicos y la globalización forzosa. Es el tiempo de la fusión cultural y la consolidación de la innovación tecnológica y científica a ritmo de hipervelocidad informática. Las empresas se reorganizan como un todo que a su vez parte de un todo de mayores magnitudes. Estos avances cotidianos nos obligan a reconocer que las instituciones públicas de Guatemala, están desfasando sus procesos, de la objetividad que nos plantea la realidad social actual. La trascendencia de este hecho indica sin duda la necesidad de revaluar los modelos de trabajo, e incluir en los mismos, instrumentos que permitan moderar de manera clara, la complejidad de las relaciones que por ley, se deben establecer con los diferentes actores de la sociedad nacional e internacional.

El sector público debe cambiar. En el tiempo que nos corresponde vivir, ya no es permisible un departamento financiero que sin más que el historial de gastos de la institución, formule un anteproyecto de presupuesto del año siguiente, aplicando únicamente la apreciación por efecto de la variación inflacionaria, o pidiendo 30 para que nos den 15.  Tampoco es loable elaborar un Plan Operativo Anual que después de su presentación oficial se guarde en una caja de cartón bajo el título “Archivo muerto” y menos aún lo es el hecho de ofrecer a la sociedad la construcción de un edificio de 7 niveles, arquitectónicamente elaborado y al finalizar el año, con una ejecución financiera del 95% explicar en la Memoria de Labores que nos quedó muy bonito el puente que construimos.

Pero la profundidad de la planificación no estriba en el hecho de plantear por ejemplo, en materia de áreas protegidas, una meta de apagar como mínimo 80 incendios para el año 2006 y que al finalizar el primer semestre, si no ha habido más que 72 incendios, estemos preocupados viendo como le vamos a hacer para completar los 8 incendios que nos hacen falta, antes de que se den cuenta que no logramos la meta.  Y es que esta meta no se corrige cambiando el 80 absoluto por un 100%, ya que la pregunta es ¿Vamos a seguir apagando incendios por los siglos de los siglos? ¿Planificaremos lo mismo sólo porque eso justifica nuestro presupuesto institucional?

El cambio que se necesita no sólo debe ser institucional, también debe ser individual. Sería interesante preguntarle a cada profesional que labora en el Sector público cuántos conocimientos universitarios ha aplicado en el desarrollo de su trabajo; posiblemente nos sorprendería descubrir que estamos operando con los procedimientos que los Bachilleres, en su época dorada de 1944, establecieron para las instituciones de Gobierno.  Este ciclo de “desactualización actualizada” se perpetuará hasta que los profesionales expertos, acepten que no se puede llegar a las instituciones del sector público a preguntar y replicar lo que ya se hace en éstas, sino a innovar los procedimientos de manera científica, aplicando la experiencia intelectual adquirida en las aulas universitarias. En las instituciones del sector público guatemalteco siempre estamos realizando la misma tarea, pero remunerándola con un salario superior.

La ineficiencia de muchas instituciones públicas hoy está camuflajeada por una Visión, Misión, Valores, Políticas y Planes de mediano y largo plazo, que no son más que reflexiones que navegan entre la realidad y la utopía. Esto se debe a que los profesionales del sector público han recibido toda clase de cursos de alta velocidad sobre la planeación estratégica, el cambio de paradigmas, la reingeniería, la calidad total y re conceptualizaciones de la condición humana innovadora, pero no han aplicado más que los conceptos introductorios de las diapositivas que les fueron dadas en cada presentación.

Sin embargo no están equivocados.  La planeación es el único proceso que posibilita la agilización y desburocratización administrativa y permite a las instituciones responder al desafío de la universalidad y del cambio, lo que ocurre es que la aplicación de una teoría, sin compromiso de todos los actores, no es lo esencial para la modernización.

Lo importante es encontrar los mecanismos de materialización de estas teorías, resolviendo las contradicciones internas que bloquean la participación del 100% de los colaboradores (trabajadores, funcionarios, empleados, directivos, operativos, técnicos, administrativos).  No es posible sumergirnos en una escuela de pensamiento pero únicamente desde la alta dirección y el área técnica, so pretexto de que el nivel administrativo y el financiero se rigen por lo que establece el Ministerio de Finanzas Públicas (SIAF-SAG) y la Contraloría General de Cuentas.  En una institución que se embarca en un proceso de reorganización integral, sólo la participación de todos (y esto es TODOS los miembros según su campo de acción), permitirá que los propósitos de calidad, liderazgo y eficacia sean parte de la realidad.

Si NO nos comprometemos de forma total con el proyecto de fortalecimiento institucional, desde la vía de la planeación, no podremos mantener optimismo en nuestras políticas de competitividad, ni siquiera porque cambiemos nuestra forma de hacer presupuestos y que ahora hablemos de presupuestación por resultados. Lo difícil de este cambio radica en decidir quién debe coordinarlo. ¿Será alguien que estudió una maestría en Planificación en los años ’80? Si escogemos a una persona de ese nivel de aprendizaje, tendremos un retroceso en nuestra forma de hacer las cosas. Hay personas que creen que lo saben todo y por lo tanto no se actualizan. ¿Pondremos a alguien que reboza juventud e inexperiencia y que tiene todas las ganas de hacer cambios institucionales? Con eso sólo lograremos un retroceso en la forma institucional de hacer las cosas. Hay personas que creen que la experiencia no vale. Lo importante es encontrar a una persona que no confunda monitoreo con seguimiento y que por supuesto no confunda POA con anteproyecto de presupuesto.

Paúl Mali en 1978, Guillermo Gómez Ceja en 1997 y John W. Slocum, Jr en el año 2000 hacen escritos que se refieren a la necesidad de la planeación dentro de las organizaciones. Son épocas diferentes, conceptos cambiantes pero siempre a tono con el ritmo del cambio social, en ese sentido, lo importante es conocer la historia de la planeación, las intervenciones de esa historia en la planificación y las posibilidades de una real aplicación empírica. Lo imperdonable sería en este momento, que las personas encargadas de dirigir estos procesos desconozcan esa historia y sean simples operarios de una capacitación de momento.

Decía William Shakespeare en su obra Julio César: “Los hombres, mi querido Bruto, somos dueños de nuestros destinos en cierto momento. Si no lo aprovechamos, la culpa no está en las estrellas, sino en nosotros mismos”.  En consecuencia, la planeación y la planificación como procesos complementarios de un mismo fin, pretenden apropiarse de los resultados esperados, desde antes del acontecer de los hechos. ¿Sabemos siquiera la teoría de la burocracia? (Weber, 1947) ¿Será que toda planificación es científica? (Taylor, 1947). Para adentrarnos  en el tema de la planeación, recorreremos entonces el camino de la teorización pero desembocaremos necesariamente en la aplicación práctica. Ese es el tema. Hablar lo más técnicamente posible para entender la teoría pero lo más aplicado a la vida institucional para ser dueños de nuestra práctica y por supuesto responsables de los resultados institucionales.

Empecemos por los conceptos más generales hasta llegar a un verdadero manual de planificación. La diferencia entre planeación y planificación es…