Edwin Rolando García Caal
Los bosques en general pueden ser
evaluados a través de cuatro tipos de información. Un primer tipo es de
carácter biológico, para lo cual se elaboran estudios específicos de las
características de las especies, su clasificación científica, las
características de los ecosistemas, la variabilidad genética y la situación de
su agotamiento. Estos datos se establecen en estudios específicos y se colectan
esencialmente para fines de manejo y protección. Un ejemplo de este tipo de
información es posible encontrarlo en el seguimiento que se le da a los bosques
de mangle (ver: clasificación de la cobertura de mangle en Guatemala, 2012), en
los estudios de la flora que caracteriza al país (ver: Guatemala y subiodiversidad) o en los estudios específicos de la diversidad arbórea del país
(ver: Coníferas de Guatemala).
Un segundo tipo de información
tiene carácter espacial; referido puntualmente a medir las dimensiones de uso
del suelo forestal para compararlo con los otros usos (construcciones, cuerpos
de agua, agricultura y pastos), lo que se establece a través de mapas de cobertura
(ver: mapa de cobertura forestal de Guatemala 2006).
Un tercer tipo de información
tiene que ver con el volumen de madera en pie; los usos de los productos
forestales maderables y no maderables, dimensiones y rendimientos a nivel
nacional o local y se concentran de alguna
manera en los inventarios forestales (ver: inventario nacional forestal de Guatemala).
Los tres tipos de información
mencionados son comunes en muchos países, sin embargo, hay un cuarto tipo de
información que es un tanto sorprendente, en el sentido de que aborda la
integración de los tres tipos de información antes expuestos adicionando el
ámbito económico. El objetivo es integrar un balance físico de los recursos
forestales con el balance monetario de los mismos. Pero aún hay más. El cuarto
tipo de información integra los balances físicos y monetarios de los
inventarios del bosque a través del tiempo, lo que posibilita reflejar
tendencias y, econométricamente hablando, posibilita las retropolaciones y
extrapolaciones del comportamiento de los stocks hasta finalizar con un ajuste
al Producto Interno Bruto, interviniendo al mismo Sistema de Cuentas
Nacionales. ¿Es posible hacer eso en un país como Guatemala?
La respuesta es… sí.
El logro es llamado Contabilidad Integrada del Bosque (CIB). El balance físico
se hace en tres dimensiones. La primera es por el lado de la tierra
forestal. La segunda por el lado del
volumen de madera en pie y la tercera por el lado del valor monetario de la
madera en pie. El mecanismo contable parte de un inventario inicial, el mismo
es afectado por incrementos y reducciones para llegar a un inventario final,
tal como se observa en la siguiente figura.
Cuenta integrada del bosque
(Ver mayores detalles en:
contabilidad integrada del bosque, conferencia)
¿Cómo lo hicieron?
La construcción de la
Contabilidad Integrada del Bosque –CIB- en Guatemala, se realizó en el marco
del Proyecto Cuente Con Ambiente, una investigación que involucra al Instituto
de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente de la Universidad Rafael Landívar
(IARNA/URL), al Instituto Nacional de Estadística (INE), al Banco de Guatemala
(BANGUAT), la Secretaría de Programación y Planificación de la Presidencia
(SEGEPLAN), la Secretaría Presidencial de la Mujer (SEPREM), el Instituto de
Incidencia Ambiental (IIA), el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales
(MARN) y como financista al Reino de los Países Bajos.
La aplicación se abordó desde dos
ámbitos de trabajo. El primero de ellos se refiere a la investigación del
balance de los activos, específicamente estableciendo el inventario inicial y
el inventario final de las existencias del bosque. El segundo se refiere a la
investigación de los flujos, en el orden de las extracciones que se hacen de
los recursos forestales para su aprovechamiento económico, fuentes y destinos.
Con los elementos anteriores se procedió con la evaluación de los agregados
económicos y finalmente se utilizó toda la información para la evaluación de
los gastos de protección y gestión del recurso, proponiendo el concepto de
Producto Interno Bruto Ajustado Ambientalmente (PIBA).
Activos, flujos, balances,
agregados económicos, cuentas físicas y cuentas monetarias son los principales
conceptos utilizados en la implementación de la CIB. Estos conceptos guardan
estrecha relación con las definiciones utilizadas en los Manuales de
contabilidad nacional y ambiental, siendo estos SCN93 y SCAEI 2003, dos
publicaciones de las Naciones Unidas que orientaron en todo momento la
realización de ambas investigaciones y la construcción de la Contabilidad
Integrada del Bosque. El esfuerzo se plasmó sobre el objetivo de lograr una
mayor comprensión de las interacciones que se dan entre el ecosistema forestal
y las actividades económicas, de tal manera que si los hacedores de políticas comprenden dicha
relación, no beneficiarían a un sector en detrimento del otro.
El problema es que existe una
tendencia social a subvalorar los recursos naturales (Daly, Cobb, &
Cumberland, 2000), inclusive los forestales, situación que no es nueva. En el
caso de Guatemala, la política agraria establecida entre 1965-1985 reconocía al
bosque natural como tierra ociosa, concepción que provocó la pérdida de una
gran extensión de bosque en tanto se promovía la colonización de Petén y se
daba un impulso a la agricultura de consumo interno (Ley de Transformación
Agraria, Decreto 1551). Aún antes, en
1952 la tierra forestal fue denominada tierra inculta (Decreto 900).
Aunque las políticas públicas hoy
por hoy, promuevan lo contrario, la concepción social del bosque como un
recurso sin valor se sigue manteniendo dentro de las poblaciones rurales, salvo
pequeñas excepciones. Lo que sucede es que las políticas quedan asentadas tanto
en la legislación del país como en la práctica de las comunidades. Esas
prácticas son definidas en la disciplina científica como enculturación y en
términos más comunes como educación. Es por eso que política, legislación y
educación preceden a los mecanismos de gestión que se emplean para la
administración de cualquier recurso natural, inclusive el forestal. Aquí es
donde la economía ambiental, sustenta que la importancia de valorar el bosque
estriba en definir sus usos alternativos, por cuanto las políticas no son más
que una decisión que se toma a partir de diversas consideraciones, inclusive la
moral. Adicionalmente, el enfoque holístico de la Ecología supone la necesidad
de valorar el recurso forestal a partir de su propio comportamiento pero sin
ignorar el comportamiento de los otros actores que gestionan el uso del suelo
para beneficios económicos, sean estos agricultura, minería, ganadería,
urbanización, entre otros.
Otra debilidad en el tema de la
subvaloración de los bosques tiene que ver específicamente con la no
integración de las estadísticas forestales o lo atrasado de los datos. La
Agenda Nacional Forestal de Guatemala 2003-2012 (PAFG, 2003), publicada en
octubre de 2003, presentó sus argumentos sobre el análisis de la cobertura
forestal del país, reportada para el año 1997 (30,754 Km2). La estructura de
las eco-regiones del Sistema Guatemalteco de Áreas Protegidas –SIGAP-,
presentada en dicha agenda se basa en la publicación MAGA-PAFG de 1994, los
tipos de bosque según publicación del INAB al año 2000 y la producción forestal
según licencias 1998-2002 del CONAP y el INAB. El Análisis Ambiental del País
2006 (BM, 2006), publicado el 22 de junio de 2006 por el Banco Mundial, planteó
los problemas forestales claves de Guatemala, basados en al análisis de la
información forestal presentada por la publicación MAGA-PAFG de 1994, y la
información económica de las cuentas nacionales del año 2003.
La propuesta de la “Deforestación
Evitada” (MARN, 2008), documento que el MARN compartió en septiembre de 2008,
en el marco del proyecto del Cambio Climático; evalúa las causas de la
deforestación sobre la base de la información proporcionada en un documento de
(CONAMA, et al, 1999), con datos estadísticos del periodo 1993-1997. En ese
mismo documento, el análisis económico de la agricultura se enfoca bajo consideraciones
estadísticas de la información presentada por un documento publicado por el
Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura, IICA, denominado
“Marco cuantitativo de la agricultura guatemalteca periodo 1950-1999”. Aunque algunos participantes señalaron la
existencia de información más reciente, el presentador concluyó que la misma
mantiene un carácter restringido y micro dirigido.
Para sopesar los antecedentes
mencionados, los pasos seguidos en estas investigaciones fueron cuatro:
1. Seguir el enfoque metodológico
del SCAEI, versión 2003 y el Manual de la contabilidad ambiental y económica
del bosque de FAO, 2004.
2. Crear el sistema de datos,
matrices y clasificaciones, basadas en la investigación del contexto forestal
guatemalteco, con el soporte informático del INAB, CONAP, MAGA, SIPECIF y MARN.
3. Establecer la estructura de
integración de los datos en el Sistema de Cuentas Nacionales, con la
orientación metodológica del manual del SCN93; y
4. Someter a escrutinio de los
expertos nacionales los resultados
(Ver mayores detalles en:
Contabilidad Integrada del Bosque, metodología)
Los resultados de esta
investigación permiten evidenciar la contribución que el bosque tiene en la
economía del país, así como el impacto que tiene la economía sobre los recursos
del bosque. El comportamiento de los activos, permite una evaluación general
del éxito o no de las políticas implementadas sobre el sector. También permite
observar el impacto de las políticas que otros sectores tienen sobre los
activos del bosque. De la tierra forestal se examina su extensión total, qué
tipo de cobertura posee y si se ubica o no en áreas protegidas. Del volumen
forestal, se estudia su dinámica a lo largo del tiempo, dando cuenta de los
factores que inciden en su aumento y de aquellos que tienen que ver con su
reducción.
Pero no todo está hecho, la
investigación ha tenido la limitante de la aplicación de métodos que permitan
valorar, en términos monetarios, los servicios de protección proporcionados por
el bosque (protección de recursos hídricos, protección contra deslaves o
protección contra la erosión), datos que de llegar a existir permitirían
definir efectivamente la influencia del bosque sobre la vida social del país.
A pesar de esas omisiones,
eventualmente técnicas, el valor agregado del bosque ha sido medido y los
resultados de la CIB traen a cuenta el costo del agotamiento y la degradación
de los bosques, lo que amerita inversiones equivalentes que de hacerse, permitirían
la utilización sostenible de los bosques en Guatemala. Por supuesto que para
ese nivel de logro, es necesaria una posición política influyente, que tome en
serio los niveles de inversión que el Estado de Guatemala asigna a la
protección y producción de los recursos forestales. El impacto se daría en
números positivos tanto en los productores como en los consumidores y en el
ecosistema. Lo que sí es cierto es que con esta información ya no sólo se puede
hablar de conservación, recuperación y protección del bosque sino también de su
uso adecuado, en términos del desarrollo sostenible.
Resultados:
Resumen. Síntesis de la CIB
Anexo 2. Metodología de la investigaciónCuadros: Compendio estadístico del SCAEI
Trabajos citados
BM. (2006). República de
Guatemala: Análisis Ambiental del País. Abordando los aspectos ambientales de
la expansión comercial y de infraestructura (Vols. Informe No. 36459-GT).
Guatemala: Departamento de Sustentabilidad Ambiental y Social, Región de América
Latina y el Caribe.
CONAMA, et al. (1999). Las áreas
silvestres de Guatemala, ¿Tienen amenazas? Guatemala: Comisión Nacional de
Medio Ambiente. mimeo.
Daly, H., Cobb, J., &
Cumberland, J. (2000). Economía, Ecología y Ética. Editorial Milenio.
MARN. (2008). La deforestación
evitada (versión preliminar). (P. d. Climático, Ed.) Guatemala: TNC.
PAFG. (2003). Agenda Nacional Forestal de
Guatemala en el Marco del Programa Forestal Nacional. (P. FAO-GCP/GUA/008/NET,
Ed.) Guatemala: Programa Forestal Nacional de Guatemala Agenda 2003-2012.