sábado, 12 de mayo de 2012

Situación actual del mercado del carbono

Edwin Rolando García Caal


La Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático creó las bases para que existiera una conciencia social de los países sobre la incidencia que una economía ambientalmente inadecuada trae aparejada para el clima mundial y sus graves consecuencias. Los países conocidos como en vías de desarrollo son quienes más sufren las consecuencias ya que a la hora de paliar los desastres provocados por el cambio climático, deben dirigir sus escasos ingresos hacia esos fines, debiendo postergar otros programas casi tan necesarios como los anteriores. (Perossa, Mario L., 2006).

En el Protocolo de Kyoto, los países firmantes (países industrializados) se comprometieron en un futuro a reducir sus emisiones en promedio en un 5.2% con respecto al nivel de 1990, este acuerdo se pudo ratificar recién en 2005 con la entrada de Rusia, pues el mismo requería de la firma de por lo menos el 55% de los países y reunir también el 55% de las emisiones para la entrada en vigor del Protocolo.


El principal compromiso asumido por los países firmantes es el de reducir sus emisiones de gases contaminantes –denominados GEI (gases de efecto invernadero)-, para el lapso de tiempo conocido como “Primer Período de Compromiso” que abarca desde el 2008 hasta el 2012.

En el protocolo, se considera que cuando un país (obligado a cumplir con las metas de reducción asumidas en el Compromiso) no puede realizar las mismas por sí mismo, puede acudir a alguno de los tres mecanismos llamados de flexibilización siguientes:

1)    Comprar CERs a otros países integrantes del Anexo I, a los cuales le sobren bonos;

2)    Realizar planes de reducción de emisiones en otros países también del Anexo I y como última posibilidad

3)    Realizar inversiones en países que no son del Anexo I con transferencia de tecnología limpia que resulte en menores emisiones comprobables y por las cuales se puedan recibir bonos.

El funcionamiento global del sistema es el siguiente: una vez acordadas las metas de reducción (hecho ocurrido durante la COP 6 en Kyoto, Japón) y ratificado en el año 2005, quedan “asignados” permisos de emisión de GEI para cada uno de los países signatarios del acuerdo.


En función de ello muchos países están comprando bonos para establecer una reserva de éstos, además de crear oficinas gubernamentales para crear conciencia en la población sobre la hoy imperiosa necesidad de reducir de manera drástica los niveles de contaminación, además de crear oficinas normalmente llamadas Fondos de Carbono como un brazo del Ejecutivo especializado en el tema. Los mercados regulados por el protocolo de Kyoto están en Canadá, Europa, Japón y Rusia.

Según el Banco Mundial las emisiones globales de carbono alcanzan...


  

jueves, 10 de mayo de 2012

PFM, comercio y ambiente


Edwin Rolando García Caal

Un tema importante en los paneles internacionales de política, desde la creación de la Organización de las Naciones Unidas en 1945 es el tema de los productos forestales maderables. Este sector del comercio mundial posee una historia continua de negociaciones, tanto medioambientales como comerciales, que han influenciado su trayectoria tanto nacional como internacional. En el pasado, el tema forestal fue el primero de los recursos naturales abordado desde la perspectiva del agotamiento. Esto puede observarse en la publicación de “El turno forestal óptimo” de Faustmann en 1849, el programa de trabajo del PNUMA[1] que surgió de la conferencia de Estocolmo en 1972, y en la basta literatura en economía forestal que surgió después de las publicaciones de Samuelson en 1976.

En 1973 las estadísticas de ambiente, que ya eran un tema importante en el seno de la Comisión Económica para Europa –CEPE-, mostraban un acelerado agotamiento de los recursos del bosque en algunos países europeos, tal como lo había denunciado el inglés H. F. Barnes, con una publicación de 270 páginas titulada “GALL MIDGES OF TREES” en 1951. En América, el Servicio Forestal de los Estados Unidos, Región de California publicó a finales de 1950, un documento en el cual expone los principios fundamentales para combatir los incendios forestales que ponen en riesgo los inventarios de madera en pie, y en el mismo periodo, en “THE CLOSING OF THE PUBLIC DOMAIN” el autor E. Louise Peffer da cuenta de cómo Gifford Pinchot, presidente de los Estados Unidos de América se vuelve el principal defensor de la «lucha por la conservación», al preparar sucesivas medidas a adoptar para conservar los bosques públicos de dicho país.


En el presente, el tema de la protección de los recursos forestales se ha visto modulado por el paradigma del desarrollo sostenible. El interés por la implementación de indicadores forestales que evalúen la sostenibilidad del recurso parece remontarse al año 1992, año en el que la Organización Internacional de las Maderas Tropicales (OIMT) fundada en 1986, introdujo el concepto de “criterios e indicadores” como una terminología de la gestión forestal sostenible y a partir de estos, promover la certificación forestal.  Esta introducción del concepto estaba apoyada en la propuesta de llevar un manejo apropiado de todos los tipos de bosques, como tema de suma importancia en la Cumbre de la Tierra o Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD), celebrada en Río de Janeiro en junio de 1992. En esa reunión se hizo un llamado a todos los países, instándolos a garantizar el desarrollo sostenible, basados entre otros componentes, sobre una Declaración de Principios sobre los Bosques.

Los otros componentes del CNUMAD, que dieron origen a una serie de convenciones sobre diversidad biológica, cambio climático y desertificación y un plan de acción para el siglo XXI, conocido con el nombre de Agenda 21, también tenían implicaciones para el manejo de los bosques. El agotamiento y la sostenibilidad forestal han sido tema de debate durante los anteriores 12 años. Inicialmente dentro del seno del Grupo Intergubernamental sobre los Bosques (GIB) (1995 – 1997), después en el marco del Foro Intergubernamental sobre los Bosques (FIB), (1997 – 2000) y a partir de octubre de 2000 a septiembre de 2007 dentro del Foro de las Naciones Unidas sobre los Bosques (FNUB). El desenlace de estas negociaciones ha sido la aparición de licencias para explotación, prohibiciones rotundas, restricciones limitadas en los países exportadores y certificación forestal.

A la par de estas consideraciones ambientales o inicialmente evaluaciones del agotamiento de los bosques, se encuentra el tema del comercio internacional. La Organización Mundial de Comercio, leal a sus principios de no intervención del mercado, apunta al tema de la competitividad internacional como una igualdad con las posibilidades y limitaciones del mercado interno. Este abordaje implica comprender los límites del mercado, así como los esquemas geográficos de las negociaciones y los patrones actuales de comercialización. Inicialmente, para caracterizar el mercado se puede decir que los productos forestales maderables que tienen acceso internacional, según las estadísticas de la FAO,  son principalmente los troncos de madera, trozas, madera aserrada, madera terciada, muebles, pulpa y productos de papel.

La leña y el carbón, a pesar de constituir el 55% de la explotación forestal maderable en el mundo, representan únicamente el 0.3% de los productos maderables comercializados internacionalmente, por lo que no se consideran productos de exportación. Asimismo, no es posible estudiar el comercio de los productos forestales no maderables, como el maguey, las especies silvestres y las plantas medicinales, porque contribuyen muy poco con su volumen y valor al mercado internacional y porque escasean las estadísticas sobre el comercio de estos productos. Aun más, según el peso porcentual de los productos transados en los mercados internacionales, se puede decir que...

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[1] PNUMA es el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente